Y sí… Decías que ya era hora, ya no te bancabas más a tu vieja, ni a tu viejo, ni a tu hermana… Y tenías razón: no daba ni para un día más… ¡Te mudaste! Y ahora, guante en mano y pelo atado, te estás cocinando la cena. Te sentís rara. Ojo, no te malinterpretes, no es soledad. Ni nostalgia. Te sentís rara, es eso. Cambiaste de hábitat, de territorio. Necesitás habituarte, un tiempo para acostumbrarte.
Ya va a estar el arroz. Hoy, arroz solo; estás cansada. Pensás en el chiquito que viste en la calle durmiendo. Hoy, solo arroz. Y la cama deshecha… Te mirás en el espejo y, aunque te reconocés, te cuesta pensar que sos la misma que ayer vivía en tu casa. En la de tus viejos. Katy, pendeja de mierda… ¡Si estuviera allá con vos, gritándote! Si estuviera allá un ratito, jodiendo… Entonces la mandarías a cagar… Aunque fuese un ratito… Katy…
Sola te arreglás Coqui. Lo sabés. Pero te sentís así, extraña, tercera. Hoy te viene. Pero contenta también… ¡Te mudaste! ¡Si pasara tu viejo lo sacarías cagando! Ya no puede criticarte, ni tu vieja rezongarte… Seguís sin compartir sus opiniones, ni sus maneras; los seguís odiando… Pero igual, ahora te pasa algo, no sabés bien qué. No sabés bien, pero los entendés un poco. No sabés en qué…
Andá sacando el arroz de la olla Coqui. Sacalo que se pasa. Colalo. Y andá a comer. No mires al techo; no te angusties. Poné música. Pensá un idea distinta; jugate algo; inventate un poco. Ya sos libre... ¡Hacete mundo! Pensás en el chiquito que viste en la calle durmiendo… Eso, sacalo. Colalo y comé. Te mudaste… ¡Celebrate Coqui!